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La edad puede ser una brecha comunicacional. Nuestros mayores no se aíslan, se protegen.

Foto del escritor: Idoia Rúa HidalgoIdoia Rúa Hidalgo


La #comunicación es un proceso en dos direcciones, de quien comunica a su oyente y viceversa. Esto seguro que ya lo sabías, sin embargo, ¿lo practicas?

En este post no voy a tratar la comunicación desde la perspectiva profesional, que desde luego es muy importante, sino desde la personal que nos afecta aún mucho más.


Últimamente, he podido compartir varias conversaciones con una persona de avanzada edad, una anciana que cuenta con 96 años ¡toda una vida de experiencias! Me ha resultado muy enriquecedor escuchar las vivencias de alguien que ha sobrevivido a la guerra civil, al hambre de la posguerra e incluso a la actual pandemia, a la par que me ha entristecido conocer su dificultad para adaptarse al mundo actual. Según sus palabras “mi mundo ha desaparecido”


Es verdad que cada vez quedan menos personas de su generación, el mundo ha evolucionado muy rápido, pero .. ¿Por qué dice que su mundo ha desaparecido? ¿Qué significa que su mundo ha desaparecido? Le hice esta pregunta y su respuesta fue contundente “no tengo con quién comunicarme, hablo con muchas personas, mis nietos, mis hijos, … pero no nos entendemos”


¿Por qué alcanzar esta edad dificulta la comunicación? Las palabras tienen sentido por lo que significan, por su carga #emocional, y esta está estrechamente ligada a las experiencias que vivimos a lo largo de nuestra existencia. No significará lo mismo para una persona de 96 años por ejemplo la palabra “hermanastro”, que implica una relación estrecha de convivencia es decir, contiene carga emocional, que para un adolescente que lo ve como algo normal, los hijos de la pareja actual de mi padre o de mi madre, no hay carga emocional, es puramente conceptual. Así, la persona mayor no entenderá que este término se utilice si no hay convivencia o relación afectiva, mientras que el adolescente lo usará “alegremente”. Es por eso, que esta carga emocional, de no tenerse en cuenta, puede suponer una brecha comunicacional de gran dimensión y que, casi sin ser conscientes de ello, provocará el aislamiento progresivo de nuestros mayores por falta de entendimiento.


No es que se hayan quedado atrás, no es que no sean capaces de seguir el ritmo al que avanza el mundo, es que en muchas ocasiones, tristemente, ya no hablamos el mismo idioma.

Está en nuestra mano, bajar el vertiginoso ritmo al que vivimos y “apuntalar”, con #escucha y #empatía, ese mundo de nuestros mayores que se derrumba.


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