
Hoy quiero contaros algo que me ha pasado este mismo fin de semana. Volviendo a casa, ya de noche, con mi familia tuvimos un incidente con una persona que nos abordó en una calle sin gente. Salió a nuestro encuentro obstaculizándonos el paso. Al principio pensamos que nos iba a pedir dinero, sin embargo, nos preguntó si teníamos un “rulo”, vamos que quería drogarse.
Si solo hubiéramos atendido a sus palabras, probablemente todos habríamos respondido igual, con cierta tranquilidad o por lo menos con poco nerviosismo “no, no tenemos”. Sin embargo, nuestras respuestas fueron diferentes, ¿por qué? ¡Exacto! Por el lenguaje No Verbal del sujeto (y nuestra interpretación).
Yo pude ver su mirada, pupilas dilatadas, mandíbula apretada, puños cerrados, se dirigía hacia mí, claramente estaba nervioso (probablemente con mono) o eso decía su cuerpo. Mi hijo, adolescente, vio cómo me miraba pero desde un lateral, lo cual hizo que perdiera algunos detalles de su lenguaje no verbal. Mi marido apenas pudo observar su #gestualidad puesto que el sujeto le daba la espalda y estaba oscuro. De tal forma que ante una misma situación cada uno pudimos vivirla de muy diferente forma.
Quizá os estéis preguntando cuál fue nuestra reacción. Yo comencé a acelerar el paso pues la adrenalina ya me había preparado perfectamente para la huida. Mi hijo, se preparaba también por si se tenía que defender o huir y finalmente, mi marido, en un estado de mucha mayor tranquilidad, vigilaba que el sujeto no comenzara una agresión.
Evidentemente, nuestras percepciones del nivel de riesgo fueron bastante distintas pues tuvimos acceso a diferente información. Aunque ciertamente las palabras eran las mismas para todos, su lenguaje no verbal no llegó de igual manera a cada uno de nosotros.
Para el sujeto que “únicamente” nos estaba pidiendo un rulo también fue importante nuestro lenguaje no verbal. Según avanzaba la situación su enfado iba creciendo. Podríamos pensar que debido a que no logró lo que quería, sin embargo, analizando el suceso después, pude entender que lo que realmente le enfadó fue mi reacción. ¡Sí! ¡Como lo oyes! Él en ningún momento fue consciente de que su #actitud al comunicarse podría generar temor, por lo que probablemente mi respuesta, mostrando miedo hacia él, pudo ofenderlo, o eso creo yo. Se marchó insultándonos, pero por fortuna no pasó de eso.
En definitiva, en la #comunicación controlar nuestro #lenguajenoverbal es de vital importancia para no generar reacciones negativas en nuestros interlocutores.
“Mide tus palabras pero no olvides trabajar tu lenguaje no verbal, tu interlocutor te escucha y te siente.” Idoia Rúa Hidalgo
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