Seguramente, si te preguntara cuál es la diferencia entre "dar" y "regalar", no te costaría mucho esfuerzo encontrarla, pero ¿y si te preguntara esto mismo con "hablar" y "comunicar"? Curiosamente, ... ¡es la misma diferencia!
Vamos a verlo con un ejemplo.
Cuando decimos que le damos algo a alguien, le damos lo que tenemos sin pensar en nada más. Por ejemplo, cuando le das a un familiar o amigo la bici, los patines o una ropa de tu hijo porque le queda pequeña, solo piensas en que tú tienes algo y se lo das por si lo puede aprovechar. ¿Es lo que mejor le viene? ¿le gusta? ¿es lo que necesita?. ¿Qué ocurre cuando hacemos un regalo? seguramente pensaras en qué le gusta, en qué le viene bien, en qué necesita, ... En este último caso ¿dónde has puesto el foco? ¡Exacto! En la otra persona, en su necesidad o preferencia.
Con hablar y #comunicar, ocurre algo similar.
Cuando hablamos, "damos" lo que tenemos, lo que nos interesa a nosotros, lo que nos apetece compartir, lo que tenemos en mente, sin pensar en nuestro interlocutor, en lo que necesita. Cuando ponemos el foco en cómo hacer para que la otra persona te entienda, le llegue adecuadamente el mensaje, le resulte interesante, le emocione, .., es precisamente cuando estamos comunicando.
Seguro que ya has encontrado ejemplos en tu día a día de "habladores" y de "comunicadores"
Por lo tanto, en ambas ocasiones, en regalar y en comunicar, nuestro foco no está en nosotros sino en quién recibe el mensaje. Y este es precisamente el quid de la cuestión, cada interlocutor es distinto y deberemos hacer el esfuerzo para ajustarnos a su forma de comprender, entender o recibir la información, debemos pensar en lo que necesita y cómo proporcionárselo.
Y es que .... ser un buen comunicador requiere de esfuerzo, dedicación y atención. Comunicar es en esencia un acto de generosidad. Una generosidad que la audiencia reconoce y con la que se logra conexión, emoción e influencia.
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