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Una comunicación que integra, no solo construye sino que además motiva.

Foto del escritor: Idoia Rúa HidalgoIdoia Rúa Hidalgo

Unai y Naroa trabajando sobre la propuesta integradora

Aprovechando la época estival, os traigo una ejemplo de una comunicación en la playa. Una conversación entre dos hermanos, Unai de 7 años y Naroa de 9.


Unai se encontraba recogiendo algas que la marea había dejado y las estaba llevando afanosamente a un espacio que previamente había delimitado en la arena con su pala. Ya tenía un montón considerable cuando su hermana Naroa se acercó y le preguntó: “¿qué haces?” a lo que Unai respondió: “es un almacén de algas”, algo que, por lo que indicaba su lenguaje no verbal, no agradó a su hermana.

Naroa se quedó pensando tan solo unos segundos y le dijo: “¡No Unai! mejor esto va a ser un jardín de algas”.

El lenguaje no verbal de Unai indicaba satisfacción por la propuesta de Naroa, realmente le agradaba la idea y de hecho, estuvo a punto de ceder. Sin embargo, no lo hizo. Unai respondió: “No, ni hablar, esto es un almacén de algas”.


Ahora te pregunto, ¿por qué crees que, ante una propuesta que aparentemente le gustaba más, se negó? Piénsalo un momento.

¡¡¡Efectivamente!!! Porque no se había tenido en cuenta su propuesta, le habían negado sin ningún tipo de explicación ni respeto por su trabajo.


Esto es algo que en muchas ocasiones nos ocurre. Nos preparamos para encontrar mejoras sobre lo que nos plantean, y eso está muy bien. El problema es que nos lanzamos a exponerlas sin el cuidado necesario por el resto de personas, por su trabajo, rechazamos la idea anterior sin intentar integrar lo que los demás nos proponen. Es decir, damos un “NO”.

La intención puede ser buena, sin embargo, las consecuencias pueden ser nefastas. Cuando menos, puede ser desmotivador para los demás.


Pero, seguro que te has quedado con las ganas de conocer el final de la historia de Unai y Naroa, veamos cómo terminó porque Naroa no se conformó con la respuesta de Unai.

Se quedó pensativa unos minutos mientras Unai continuaba llenando su almacén de algas. Entonces Naroa encontró la solución, se dirigió a Unai y le dijo: “Unai, ¿qué te parece si cuando tu almacén de algas esté lleno, vamos llevando algas a esta otra zona y hacemos aquí un jardín de algas?, algo hay que hacer con lo que hay en el almacén, ¿no te parece?” La cara de Unai mostraba una satisfacción absoluta, su propuesta ahora tenía sentido, probablemente se sentía respetado. Naroa no había destrozado su planteamiento, sino que lo había tenido en cuenta para construir otra cosa. Por supuesto, accedió.


En nuestra ansia por crear algo mejor, muchas veces nos olvidamos de tener en cuenta a quién nos aportó la idea que dio lugar a la nueva propuesta, le negamos sin respetar, damos un “NO”. La clave está en INTEGRAR en vez de destruir, es mucho más constructivo un “sí y además” que un “NO”


Estad atentos/as a las conversaciones en la playa, en cada rincón podemos aprender algo sobre las relaciones humanas y por supuesto, sobre comunicación.

¡Felices vacaciones!

 
 
 

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