
Hoy, 27 de septiembre, día mundial del turismo, vamos a dedicar esta entrada a una experiencia turística, en concreto a los guías turísticos o también podríamos decir comunicadores turísticos, porque si algo hacen es comunicar.
¡Cómo agradecemos cuando realizamos una visita turística y nos acompaña un buen guía! Ese guía que busca, con más o menos esfuerzo, hacernos vivir una experiencia positiva e inolvidable, que se desvive y se preocupa por hablar en el mismo código que nosotros, resolver nuestras dudas.
En este intento por interesarnos, es muy habitual que nos encontremos con el guía que nos formula preguntas para ir avanzando en la explicación, manteniendo así nuestra atención e interés. Me refiero por supuesto no al que te pregunta directamente (esto se percibe como agresivo), sino al que pregunta en general, al grupo.
Curiosamente, hace un par de días pude, después de mucho tiempo debido a la pandemia, realizar de nuevo una visita turística. El interés (o mejor dicho el entusiasmo) estaba presente en todos los que íbamos. Este entusiasmo nos duro poco, demasiado poco.
El guía comenzó presentándose, aludiendo a su “increíble” conocimiento sobre el tema que nos iba a presentar, un tanto egocéntrico a lo que pensé que quizá su intención, aunque de forma equivocada, era ofrecer credibilidad a lo que nos iba a contar. La primera pregunta no tardo en llegar, - ¡Bien nos va a dejar participar, resultara más interesante! - Esta primera pregunta no obtuvo una respuesta acertada por parte de ninguno de los que allí estábamos, lo que me dio la impresión de que alegró al guía. Por supuesto, de nuevo hizo alarde de su gran conocimiento para darnos la respuesta. A partir de este momento, se sucedieron múltiples preguntas cada cual más compleja, por supuesto con similares resultados. ¿Cómo creéis que nos sentimos los que estábamos allí? Creo que ya os lo imagináis, lejos de divertirnos, en un estado de frustración creciente. Entre estas preguntas hubo una que finalmente pudo ser respondida correctamente por una persona, ¿cuál fue la reacción del guía? Pues no se enfado porque no podía, sin embargo, ¡IGNORÓ a quién había acertado! Como si no hubiera habido respuesta alguna, nos dio una similar a la del turista. Quizá estés pensando -¡no lo habrá escuchado!- , podría ser, no obstante, su cuerpo de nuevo lo delató, su lenguaje corporal mostraba fastidio en vez de alegría porque alguien hubiera acertado.
Esto sin duda es anecdótico, ya que lo normal no es encontrar un guía así sino todo lo contrario, sin embargo, nos permite reflexionar sobre un aspecto muy importante cuando realizamos una pregunta. ¿Cuál creéis que era el objetivo de este guía al preguntar? ¿realmente estaba buscando la participación del público?
Cuidado cuando realizamos comunicaciones y formulamos preguntas, es fundamental atender correctamente a tu público.
Lo primero, es importante agradecer el esfuerzo que hacen participando, ¡Se la juegan! Así que …. procura ponérselo fácil con preguntas más sencillas, lograrás que en la siguiente pregunta alguien se atreva a responder. Y por supuesto, da tiempo a que te respondan y #escucha lo que dicen. No se trata de lucirte tú sino de mantener el interés y favorecer el aprendizaje y el recuerdo.
En definitiva, se trata de que tu público viva una bonita experiencia de tu mano. Tú, solo eres el medio.
Si quieres entrenar estos aspectos y muchos más, accede a nuestro curso para mejorar las habilidades al #hablarenpúblico, OVEN #Oratoria es un curso práctico que te aportará soluciones sencillas a situaciones complejas. Más información
留言