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¿Estamos educados para encontrar el fallo?

Foto del escritor: Idoia Rúa HidalgoIdoia Rúa Hidalgo


Cada día, en mi actividad profesional, me cruzo con profesionales que lo pasan mal al comunicar en público. Trabajando con estas personas el miedo escénico, he llegado a la conclusión de que gran parte del problema está en lo que yo denomino “la cultura del error”.


Desde pequeños nos entrenan a fijarnos en los errores, con la excusa de que esto ayuda a la mejora. Nos marcan con rotulador rojo en los exámenes lo que está mal (bueno por no entrar en algunos casos donde el profesor se desahogaba con grandes tachones y cruces, para que te quedara bien claro que eso era un fallo garrafal). Nos llaman la atención por las conductas que están mal, porque claro “hacerlo bien es tu obligación, no te voy a felicitar por ello”. Incluso en nuestro ocio, ¿habéis visto alguna vez el pasatiempos de los 7 errores?, estoy segura de que muchos de vosotros y vosotras habéis hecho un sinfín de ellos, y ¿el de los 7 aciertos? ¡vaya! Esto es posible que ya no resulte tan habitual. Cuando llegamos a adultos en el trabajo, ¿qué es más habitual que te digan lo que has hecho bien o lo que has hecho mal? ojalá que muchos respondierais que lo positivo, sin embargo, la experiencia que me trasladan los profesionales es que se destaca más lo negativo, ¡el error de nuevo! (y digo yo que harás más cosas bien que mal porque si no … ¿por qué no te han despedido?).


La realidad es que nos asusta cometer fallos y después de toda esta exposición a la que nos vemos sometidos … ¡normal! Cuando hago la prueba de preguntar a los profesionales con los que trabajo, cómo se ven en una grabación en la que están comunicando, lo primero que me dicen es “esto no me gusta”, “tengo que cambiar esto otro”, “me veo mal porque …” siempre aparece el foco en el error. Incluso cuando han tenido un buen desempeño, ¿sabes cómo lo expresan? “¡No está mal!”, y digo yo, ¿por qué en vez de "no está mal" no dirán “está bien”?


Creo que debemos ser más conscientes de en qué ponemos el foco. Que no digo yo que no haya que ver lo que mejorar, sin embargo, ni es lo único ni tampoco tiene porque ser lo primero. Enfocarnos primero en lo positivo nos predispone a encontrar soluciones para aquello que es mejorable, reduce nuestro miedo a equivocarnos y a ser juzgados y en definitiva, nos permite ser un poco más felices, que debiera ser el objetivo más importante en la vida.


¡Qué tengas un buen día! O … ¡que no tengas un mal día! .... TÚ DECIDES


Programa OVEN para la oratoria, Convocatoria Abierta. Hablar en público sin sufrir … ¡es posible!



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